Rojo sobre Piel
Presentado al certamen de la Junta de Castilla y León, este proyecto es una narrativa visual sobre la opresión invisible, la identidad y la memoria emocional. A través de una serie de imágenes cuidadosamente construidas, se representa el cuerpo femenino como un territorio de resistencia, fragilidad y fuerza.
La protagonista aparece con marcas visibles en la piel, como huellas silenciosas de vivencias pasadas. Un hilo rojo se enreda en torno a su cuello y cuerpo, símbolo de los vínculos que atan, de las emociones contenidas y de los relatos que no siempre encuentran palabras. Sobre sus ojos, una venda blanca habla de lo que no se ve —o no se quiere ver—: una ceguera impuesta o asumida, un silencio compartido.
Viste un vestido negro de fiesta, una pieza elegante que contrasta con la crudeza del entorno y refuerza la idea de apariencia frente a realidad, de lo que se muestra y lo que se oculta. A su alrededor, un espejo desplazado en medio del bosque se convierte en un elemento de ruptura: un reflejo desubicado, un testigo mudo que desvela, a la vez que fragmenta, la identidad.
La puesta en escena en un espacio natural refuerza la sensación de extrañamiento: la mujer no pertenece del todo a ese lugar, como si estuviera suspendida entre su historia y su reflejo.
Este proyecto busca cuestionar las narrativas impuestas sobre el cuerpo femenino, dar visibilidad a realidades invisibles y generar un diálogo íntimo entre la imagen, el símbolo y la emoción. Cada elemento —la marca, el hilo, la venda, el vestido y el espejo— se entrelaza para construir una metáfora visual sobre el control, la memoria, la identidad y la liberación.
Colores

Capas

Silencios


Miradas
Lunares

